La leche materna consiste en un alimento específicamente adaptado a atender las necesidades nutricionales del bebé, que además de proveer energía para su desarrollo y crecimiento, proporciona protección contra infecciones y acondiciona el tracto intestinal del recién nacido. Es imprescindible para el desarrollo psicológico del bebé, dada la dependencia físico-afectiva de éste con su madre. El amamantamiento representa el factor inicial del buen desarrollo dentofacial, favoreciendo la obtención de una mordida correcta y por consecuencia una masticación futura correcta. También para el desarrollo de un perfecto equilibrio de los músculos y demás tejidos que conforman el aparato masticatorio. Además, previene el síndrome del respirador bucal porque al momento de la lactancia, el bebé debe respirar por la nariz creando un cierre perfecto de la zona de los labios. Cabe recalcar que los pacientes respiradores bucales sufren de adenoides, puesto que la boca no está diseñada para el paso del aire y el ingreso de este y todos los microorganismos del ambiente puede causar la inflamación de las amígdalas. Todo lo anterior asegura una adecuada tonicidad y postura de la lengua y labios. Para la madre, la leche materna, además de ser más económica, fácil y práctica, favorece la relación con el bebé, manteniendo tanto el equilibrio psicológico como proporcionando la sensación de placer y fortaleciendo el amor por el bebé. Acelera la involución uterina, previene la hemorragia post-parto, disminuye la incidencia de cáncer y otras enfermedades mamarias.
Pero, ¿cómo influye la lactancia materna en el desarrollo de los maxilares?. Cuando el bebé nace, uno de los esfuerzos más grandes lo hace al momento de alimentarse. El amamantamiento requiere de una gran cantidad de fuerza y por ende un gran esfuerzo por parte del bebé, este debe ser realizado del seno materno. Las que han sido madres saben que para retirar la leche del pecho se debe realizar una gran fuerza al hacerlo con los succionadores, comparen ahora colocar un biberón boca abajo. La comparación es sencilla, mientras que los bebés que lactan del seno materno hacen un gran ejercicio, necesario para su desarrollo, los bebés a los que les dan biberón no lo realizan, y menos aún, aquellos bebés a los que les agrandan el agujero de la tetilla del biberón para que se alimenten más rápido. Estos últimos niños no aprenden a alimentarse y prácticamente sólo engullen la leche sin realizar ningún ejercicio tanto de los músculos faciales como de la lengua. Aunque no lo crean, esta ausencia de ejercicio de esos músculos en ese momento puede llevar a que el paciente presente una mandíbula menos desarrollada en una etapa más avanzada. Lo ideal sería que los niños no utilicen nunca los biberones o chupones, que del seno materno pasen a las tazas de entrenamiento, a partir de los 6 meses.
Otra razón para tener problemas en los dientes y los maxilares es la instalación de hábitos nocivos, tales como el uso de chupones, succión de dedo, labio, etc. La lactancia materna también influye en estos. El reflejo de succión no sólo es fundamental para obtener la nutrición, sino también para el desarrollo psicológico del bebé, es así que una vez satisfecha la alimentación, el bebé necesita satisfacer también la necesidad psicológica y puede continuar succionando el seno materno, cosa que no sucede en los niños que se alimentan con biberones. En una investigación que se realizó en niños, se observó que cuando mayor fue el periodo de amamantamiento natural en estos, menor fue la prevalencia de hábitos de succión persistentes. Así mismo, hubo una mayor ocurrencia de maloclusiones en los niños que tenían estos hábitos. El uso del chupón, por más que sea anatómico trae consigo una mayor posibilidad que los niños tengan alteraciones en los arcos dentarios y en las estructuras circundantes, como labios y lengua.
Un gran problema que se presenta en los niños que no lactan es la alteración de la deglución. Antes de que salga el primer diente en la boca, el bebé realiza la deglución sacando la lengua ligeramente y realizando la contracción de los músculos faciales. A partir de los 6 meses (edad aproximada de la aparición del primer diente en la boca) se deben introducir en la dieta nuevas consistencias y el bebé empieza con papillas. Es así que la lengua se entrena poco a poco al nuevo tipo de alimentación y en este caso debe ser colocada sobre el paladar, por detrás de los dientes. Los bebés que lactan de biberones no entrenan a la lengua y por ende esta no tiene una adecuada forma de deglutir y en muchos casos de hablar correctamente porque su posicionamiento no es adecuado.
Entonces podemos concluir que la lactancia materna ayuda al desarrollo de la deglución, succión y respiración. Funciones básicas en todo ser humano. Así que, espero que después de esta nota se den cuenta de la importancia de esta y puedan transmitir esta información a las nuevas o futuras mamás.
A continuación unas sugerencias de cómo debería realizarse la lactancia:
1. Amamantar sentada en un lugar confortable y tranquilo con el bebé posicionado de forma inclinada, no echado.
2. Desobstruir la nariz del bebé con los dedos índices y medios con la finalidad de facilitar su respiración y por lo tanto no dificultar la succión.
3. La mamada deberá ser de preferencia en ambos senos, iniciándose en el último seno ofrecido en la mamada anterior.
4. Deshacer siempre el vacío formado durante la mamada antes de retirar al bebé del seno, con la finalidad de evitar heridas en los pezones.
5. Tratar de que las primeras mamadas sean más rápidas, aumentándose gradualmente el tiempo que el bebé se quedará en cada seno para facilitar la adaptación de los pezones y evitar fisuras.
6. Despertar al bebé para continuar mamando en el caso que se duerma haciéndolo, dejando los intervalos libres entre una y otra mamada.
7. Despertar al bebé para mamar en el caso que éste sobrepase 4 horas y media en el primer mes de vida.
8. Estimular al bebé para que eructe después de cada mamada, para evitar los cólicos.
9. Colocar al bebé después de la lactancia de lado o boca abajo. Así si hay regurgitación, no habrá riesgos.
10. Vaciar las mamas siempre que sea necesario.
11. Proteger los pezones, principalmente al inicio, con cremas cicatrizantes. La exposición de los pezones al sol también ayuda a la prevención de las fisuras.
12. El uso del sostén durante todo el periodo de amamantamiento favorece la sustentación y el vaciado más adecuado de las mamas.
13. El lavado de las manos antes del amamantamiento es medida básica de higiene.
14. Siempre que sea posible, amamantar sin sostén y/o blusas permitiendo un mayor contacto con el recién nacido.
15. La ingestión de líquidos por la madre y la adecuada alimentación y reposo son fundamentales para la manutención del amamantamiento.
16. Amamantar exclusivamente si es posible hasta el 6º mes. A partir de ahí, iniciar la introducción de otros alimentos bajo la orientación del pediatra.
17. La alimentación nocturna tiende a ser eliminada espontáneamente en el 1 mes y medio o 2 meses. Incentivar su abandono, cuando sea necesario, por medio del ofrecimiento de la última mamada un poco más tarde intentando también ofrecer en ese horario una mayor cantidad de leche.
18. La tranquilidad y el contacto madre-recién nacido en el amamantamiento son esenciales. La música, el contacto y un ambiente confortable favorecen mucho la relación afectiva y consecuentemente la preservación del amamantamiento.
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